sábado, 31 de agosto de 2013

Los efectos de la nicotina en el cerebro

La nicotina, el principio activo que contienen las hojas de tabaco. Un alcaloide natural que ha conquistado el mundo con los efectos que produce en nuestro cerebro.

Hay presentes en nuestro organismo receptores que se activan al unirse con la acetilcolina. Existen dos tipos: receptores nicotínicos, que son activados también por la nicotina y receptores muscarínicos que son activados por la muscarina, una alcaloide presente en la Amanita muscaria
Los receptores nicotínicos se encuentran tanto en la periferia, esto es, en la membrana postsináptica de las fibras musculares esqueléticas, como en el sistema nervioso central. La acetilcolina que segregan los terminales axónicos de las neuronas se une al receptor de la membrana postsináptica provocando la apertura de los canales catiónicos y la consecuente despolarización de dicha membrana. Esto se traduce en una contracción muscular por parte de los receptores periféricos y en la transmisión de un impulso nervioso mediante despolarización por parte de los receptores centrales. 
La nicotina que contiene un cigarro (no más de 3 mg) no es suficiente para activar los receptores periféricos de la placa muscular dado que necesitan una mayor concentración. No obstante, pueden unirse a los receptores del sistema nervioso central y activarlos o desensitizarlos (inactivarlos) dependiendo de la dosis. Los efectos de la nicotina dependen de la localización de estos receptores.

Veamos cuál es la trayectoria de la nicotina. El humo del cigarro entra en los pulmones, la nicotina que contiene llega a los alvéolos pulmonares y entra en el corriente sanguíneo a través de la membrana respiratoria. La nicotina, una vez en el torrente sanguíneo, ocupa el lugar de la acetilcolina, de este modo actúa en los dos principales sistemas neuronales sobre los que la nicotina tiene un efecto relevante. Dichos sistemas son el mesolímbico y el septo hipocampal.
El sistema mesolímbico tiene un papel fundamental en el síndrome de dependencia. La nicotina se vincula a los receptores presentes en la membrana presináptica de las interneuronas que inhiben la transmisión de dopamina del área del tegmento ventral y los desensitiza. De este modo se interrumpe la inhibición de las neuronas que segregan dopamina y el consecuente aumento de este neurotransmisor. La dopamina liberada en este proceso estimula la gratificación y, por consiguiente, la dependencia. La continua exposición a la nicotina aumenta el número de receptores al nivel de las interneuronas inhibitorias, creando así la necesidad de aumentar la dosis de nicotina para conseguir la misma sensación de gratificación inicial. Esto sucede porque el número de receptores activos es siempre menor y las interneuronas responden aumentando de número. 
El sistema septo hipocampal es crucial en el aprendizaje y la memora. La nicotina actúa también a este nivel, pues el sistema está constituido por neuronas colinérgicas aprovechando la acción de los receptores nicotínicos. La nicotina no solo causa efectos negativos. De forma moderada puede ser un potente estimulante de aquellas funciones relacionadas con el aprendizaje y la memoria, con efectos beneficiosos para nuestro cerebro. La nicotina no es la responsable directa de las patologías vinculadas al consumo de tabaco, sino la dependencia. Además, es la principal causa de los efectos inmediatos del consumo de tabaco debido a la liberación de catecolaminas en la sangre, como el aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión sanguínea. 

La nicotina debe ser después metabolizada y eliminada del organismo, dicha metabolización es efectuada por una enzima del citocromo P450 (CYP2A6). Esta enzima es polimórfica y su actividad puede variar en función de la persona, algunas metabolizan la nicotina con mayor rapidez que otras, que lo realizan de un modo particularmente lento. Dependiendo del tipo de enzima que tengamos, nuestro organismo será susceptible a la dependencia de la nicotina en mayor o menor grado. Una persona que metabolice más lentamente tendrá más nicotina en el torrente sanguíneo durante más tiempo y no necesitará de ella en un periodo mayor que una persona que metabolice más rápidamente.

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Traducción realizada por Alba Daza Molina